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Entre todos los titulares que nos llegan sobre consumo y tendencias existen muchos que se centran en nuevos hábitos de consumo. En que esta crisis “va a cambiar muchas cosas”, que “ya no volveremos a ser los mismos”, que hemos visto como podemos vivir con menos, que las personas han descubierto lo que “realmente es importante”….
¿Cuántos titulares hemos visto sobre la caída de ventas de Amazon o cualquier otro marketplace de estas características? ¿Cuántas alarmas sobre la falta de abastecimiento de algunos productos nos han llegado estos días?
Todo hace pensar que no ha habido un cambio tan profundo en los hábitos de consumo, o por lo menos de manera masiva. La realidad se ha visto en los primeros días de apertura de algunos establecimientos, con personas esperando en la entrada hasta una hora.
Campañas que apoyan al pequeño negocio de barrio también muestran la cara B de una realidad: la falta de digitalización del sector, que pese a ver las orejas al lobo. Hemos creído que las cosas siempre iban a ser como eran. Que la amenaza venía de fuera y no era ninguna debilidad nuestra.
Detectar oportunidades
Pero no todo es negativo, hay que leer entre líneas, detectar las oportunidades que nos ofrece la situación actual y hacer de las debilidades nuestro siguiente reto.
Si que ha habido cambios en los hábitos de consumo, sobre todo en la toma de decisiones que conlleva un proceso de compra.
De una compra prácticamente compulsiva y motivada por un entorno offline y online atractivo. Enfocado a que a través de la compra nos realicemos y consigamos sentirnos mejor, aceptados, incrementar nuestro sentimiento de pertenencia, etc… Ahora las cosas han cambiado, la pirámide de Maslow sobre necesidades ha tomado una nueva perspectiva. Y es esta perspectiva la que tenemos que aprovechar desde el punto de vista de la moda sostenible

Si hace ya varias décadas que hemos estado insistiendo en la necesidad de poner al cliente en el centro de nuestras propuestas de valor. ahora ha llegado el momento de ver hasta que punto era real en nuestros negocios y proyectos.
Nuevo presente
La seguridad, que parecería un estado totalmente estable para muchos segmentos de la sociedad. Se ha visto claramente afectada: La afiliación y el reconocimiento ha pasado del entorno offline al online de una manera drástica. Y la autorrealización, que era donde muchas marcas habían asentado sus contenidos y propuestas de compra ha modificado también sus valores. La pandemia ha conseguido que nos paremos. Que frenemos, que moderemos el consumo de algunos productos. Y en la moda y complementos lo hemos estado viendo semana tras semana con los resultados que arrojaban las cifras de las principales operadoras del sector.

La más “vintage” de las camisetas y los calcetines desparejados que habían quedado olvidados en el fondo del cajón retomaban de nuevo su funcionalidad. Pasaban a ser más cool, a definirnos como personas y a redescubrirnos de nuevo en nuestras casas.
Es desde esa terraza convertida en oficina improvisada, desde la mesa de la cocina, o desde la cama. Que hemos tenido más tiempo para buscar información. Para escuchar otras propuestas que hasta el momento no les habíamos prestado atención. Hemos compartido nuevos contenidos en las redes sociales y en las “cervecitas y aperitivos online” con la familia y los amigos.
Nuevos intereses
Y ha sido desde ahí, desde nuestros hogares, que hemos descubierto otra manera de ver a las marcas. Las que han aprovechado el momento y se han acercado con un mensaje sensiblero. Nada realista con la propuesta que nos habían hecho llegar hasta el momento. Y las que han mantenido su tono de comunicación. Adaptando los mensajes y acercándose a nosotros desde una perspectiva más humana, más real y acorde con la realidad del momento.
Incluso hemos detectado este cambio de actitud hacia el colectivo instagramer. Se han mantenido los que de una manera auténtica han compartido su día a día, han ofrecido consejos, han habado con realidad, hemos visto sus auténticas casas, han participado en colaboraciones con objetivos humanitarios y han dejado a un lado el consumo de contenidos patrocinados, para recuperar la esencia de su profesión.
Aquí es donde la sostenibilidad juega un papel importante. Una de las características más evidentes de las marcas y proyectos que incorporan la sostenibilidad en su propuesta de valor es la autenticidad.
No hablaría tanto de un cambio transcendental en los hábitos de consumo, pero si de un momento en el que la autenticidad, la proximidad y los contenidos de valor han tomado una perspectiva diferente.
¡Y tenemos que aprovecharlo! Llevamos mucho tiempo explicando cómo hacemos las cosas: desde dónde y cómo las fabricamos hasta con qué materiales las producimos. Hemos explicado hasta la saciedad qué pasa en el sector del fast fashion y qué podemos hacer para mejorar esa situación tanto a nivel medioambiental, en el trato a las personas como en la sostenibilidad económica de ese sistema. Y ahora se ha visto que algo de razón llevábamos.
y ahora?
Ahora toca explicar el por qué somos una alternativa positiva y de impacto real en nuestro entorno. Es el momento de incorporar a nuestro relato, a nuestros contenidos todo lo que sumamos y acercarnos a las personas consumidoras desde la realidad y la autenticidad.
Y ya son muchas las marcas que han incluido la palabra “sostenibilidad” en sus titulares, productos o escaparates, pero no podemos olvidar que de esta crisis las personas consumidoras salimos más fuertes en conocimiento y con ciertos elementos diferentes en la toma de decisiones del proceso de compra. Tendremos que mantenernos auténticos, transparentes con lo que hacemos y con lo que no y cercanos para dejarnos ser descubiertos como una oportunidad para que las personas generen impactos positivos con sus compras.
Este artículo forma parte de la colección de artículos sobre Moda Sostenible y Moda Circular que escribimos en colaboración.



